Le abrió los ojos
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El texto del “ciego de nacimiento”, es un relato muy bien dramatizado y, quizá por eso, comunica con claridad la enseñanza que nos quiere transmitir: el amor liberador de Jesús
El texto del “ciego de nacimiento”, es un relato muy bien dramatizado y, quizá por eso, comunica con claridad la enseñanza que nos quiere transmitir: el amor liberador de Jesús
¿Habrá una experiencia más vital y cotidiana que la de la sed y el agua? La liturgia de hoy nos presenta la fuerza vital de la fe a través de estas imágenes; estas se enmarcan dentro de un camino de catequesis cuaresmal
Hemos experimentado al Señor Jesús en nuestra vida, ya podemos comprender mejor la experiencia de aquellos discípulos en la montaña, experiencia que marca, que deja huellas, que produce “un antes y un después”.
El tiempo cuaresmal nos ofrece la oportunidad de ir preparándonos a celebra la Pascua. Es un tiempo especial de interioridad, reflexión, profundización y conversión. Como nos recordaba Pablo Peralta: «Creo que la Cuaresma es un momento privilegiado para aprender a vivir la vida en toda su seriedad y posibilidades.»
Vivir la santidad debe ser uno de los principales fundamentos de nuestra vida cristiana, porque es un estilo de vida que crea humanidad y fraternidad.
Después de escuchar, en el domingo 4º, las bienaventuranzas según San Mateo, hoy 5ª domingo del tiempo ordinario, 12 de febrero, la palabra de Dios nos ofrece un nuevo modo de vivir el seguimiento de Jesús, no como ley que obliga sino como estilo de vida elegido con total libertad
Después de escuchar el domingo pasado el programa del Reino, las bienaventuranzas (Mt 5,1-12), las lecturas de este día vienen a dar el acabado perfecto a través del esplendor del ser cristiano. Esplendor que se perfila a través del símbolo del sabor y de la iluminación
En el lenguaje común relacionamos la dicha con algo bueno, con algo que provoca gozo interior y con una indecible felicidad que viene de lo profundo de nuestro ser. Para cualquier persona religiosa la dicha verdadera es sentirse en comunión con la divinidad, con Dios
Celebramos hoy un domingo marcado por tres acentos: Domingo de la Palabra, Semana de oración por la unidad de los cristianos, llamada de Jesús a la conversión y al seguimiento.
La liturgia del cierre del tiempo de Navidad nos ofrecía el relato del bautismo de Jesús integrándose, como uno más, en el colectivo de todos aquellos que escuchaban la invitación del Bautista a la conversión. A pesar de su inocencia, pasaba desapercibido entre la gente como un pecador más.
Seguimos en pleno ciclo de Adviento y de Navidad, ciclo que concluye con la fiesta del Bautismo del Señor. Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Epifanía. Esta estrella, que guió a los magos hasta Cristo, es signo de que la salvación no es sólo para los judíos
Hace más de 2700 años, en tiempos del rey Ajaz, la situación del reino de Judá era muy complicada. Estaba en peligro la dinastía davídica. Ante tal situación, por medio del profeta Isaías, Dios le anunció a Ajaz que una joven Virgen iba a dar a luz a un Niño que se llamará Enmanuel
Seguimos en Adviento, que es la alegre espera del nacimiento de Jesús. Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, mayor es la alegría. Pero con la Palabra que nos trae hoy su presencia, viene también la inquietud de buscarlo, esperarlo, y hacerlo presente. Este es nuestro reto en Adviento.
Iniciado ya el tiempo de Adviento, dos personajes importantes nos salen al encuentro en la liturgia de este segundo domingo. De un lado Isaías y de otro Juan el Bautista. Cada uno nos ofrece un mensaje diferente pero complementario.
Así empieza la liturgia de Adviento - 27 de noviembre. Un tiempo que, con su invocación ¡Ven, Señor!, acentúa el sentido de cada domingo, porque cada domingo es una celebración de la venida de Jesús, recordamos la Pascua del amor entregado de Cristo